Capítulo 3: Camino a Ciudad Verde
Contento con la victoria,
meto a Charmander en la Poké Ball y salgo del laboratorio. Antes de irme
definitivamente, hago una última visita a mi madre, a la cual abrazo
efusivamente:
–Hijo, mucha suerte en tu
viaje. Y no temas, siempre que te acompañen tus Pokémon, estarás bien.
Después de salir de casa,
me dirijo a la ruta 1.
Lo primero que piso nada
más entrar es hierba alta. Y, como todo el mundo sabe, allí se esconden los
Pokémon. Admiro el paisaje, respiro hondo y avanzo. Intento evitar la
vegetación, pues mi Charmander es aún muy débil y no tengo nada para curarlo si
sufre daño. Pero el camino me obliga a meterme entre la hierba.
Al avanzar un poco veo a
un hombre, que me da una poción como “invitación” para ir a la tienda Pokémon.
Pero vamos, que voy a comprar allí de todas formas. Sigo adelante, con ciudado.
Sin embargo, al introducirme de nuevo en la hierba, oigo un ruido. Un
movimiento. Un aleteo. ¿Un Pokémon? Preparo la Poké Ball, pero sin previo aviso
sale un Pidgey volando de entre los arbustos. Del susto se me cae y sale
Charmander. “¿Char?”, dice confundido. El Pidgey aterriza enfrente de nosotros
y el combate empieza.
El pajarillo saca pecho, y
arremete contra Charmander con una Placaje. Nada mal, pero la llameante criatura
no se rinde y le devuelve el golpe con Arañazo. Pidgey retrocede, pero sin
dudarlo empieza a volar. Con la fuerza de sus alas crea fuertes corrientes de
aire que golpean a Charmander. ¡Ha usado Tornado! Pero la pequeña lagartija no
se rinde, y venciendo la fuerza del viento le encaja otro Arañazo a la pequeña
avecilla, dejándola KO en el suelo.
Charmander salta de
alegría. “¡Chaaaarmander!”. Sonrío, y lo vuelvo a meter en la Poké Ball. Pero
justo antes de guardarla, vuelve a salir. Me mira enfadado:
–¡Chaaaar chaaaar!
–Oh, venga ya. ¡No puedo
dejarte fuera!
–¿Charmander?
–Es muy peligroso, y ya
has luchado bastante.
–¡Char! –niega con la
cabeza.
–¡Oye! ¿Me estás
desobedeciendo?
–Charrrrr… -me mira,
burlón.
–Vaya, vaya, que rebelde…
Anda, déjate de tonterías y vuelve.
–Chaaaarmander… -pone ojos muy tiernos.
–Uuuff… Está bien, por
esta vez te dejo fuera. Ven, súbete.
–¡Chaaaar!
De un salto (y un pequeño
empujoncito) se coloca encima de mi hombro, feliz. Sigo avanzando por la hierba
alta, con ciudado. En algún momento sale un Rattata, pero huye antes de
realizar un movimiento. Paramos a observar el paisaje, cuando me doy cuenta de
una cosa…
¡No tengo ningún mapa!
¿Pero cómo voy a viajar
por Kanto sin un mísero mapa? ¡Me puedo perder! En fin, ya encontraré uno más
adelante… si es que los venden. Un ruido detrás de mí me saca de mis
pensamientos. Me doy la vuelta, y veo asombrado cómo un Rattata (¿el mismo de
antes?) cae derrotado por Charmander.
–¡P-pero qué haces! ¿Por qué no me avisas?
–¿Char?
–Jmmm… bueno, la verdad
es que no me puedo quejar. ¡Muy bien hecho!
Salta de nuevo a mi
hombro, y avanzamos. Por fin salgo de la vegetación y señalo lo que tengo por
delante:
–¡Mira eso, Charmander! ¡Es
Ciudad Verde!